El libro La Clave Embassy de Patricia Martínez de Vicente se puede apreciar y disfrutar desde muchos puntos de vista muy diferentes, y esto, junto con la importancia del tema tratado, hace que leerlo sea una experiencia no sólo informativa sino conmovedora.
En primer lugar Patricia Martínez ha escrito un libre de homenaje a sus padres: a su padre por su cariño, su generosidad y entrega a su labor de médico, aparte del tema principal del libro, su tremendo valor y coraje durante los años 1940 a 1945; y a su madre por su constancia y el apoyo que prestó a su marido en momentos tan difíciles que ella se convierte en protagonista, no es simplemente la acompañante del actor principal.
En segundo lugar, este libro contribuye a los conocimientos de una época triste en la historia de España. Precisamente ahora, cuando la memoria histórica tienda a pintar a las personas y los partidos en blanco y negro, es más necesario que nunca recordarnos que la maldad se manifiesta en ciertas personas de todas las creencias y colores políticos. A la vez, el libro proporciona una interesantísima reflexión sobre la relación entre el gobierno español y los representantes de Alemania y de Gran Bretaña en los años de la posguerra.
En tercer lugar, la autora ha conseguido contar su historia con los mejores elementos de suspense de una novela de detectives de Agatha Christie. Empezando con el sorprendente descubrimiento de un diario de su padre, avanzando lentamente gracias a largas conversaciones con su madre para terminar, o así parecía, en un callejón sin salida en los registros del gobierno británico el enterarse que los documentos que necesitaba consultar seguían bajo la clasificación de secreto. Gracias a la ley de 2005 que da derecho a los ciudadanos a la información previamente clasificada, la autora pudo, por fin, contrastar la memoria de sus padres y los frutos de sus investigaciones en mil lugares con los documentos oficiales británicos.
Por último, este libro da pie a pensar en un asunto de gran interés en este siglo XXI: la importancia de poder guardar un secreto. El hermetismo de todos los protagonismos en la labor de rescatar a los refugiados fue inflexible, incluso con sus seres más queridos, y el secretismo absoluto fue la mejor garantía de la continuidad del proyecto y de la seguridad de los colaboradores. En gran parte, la tapadera consistía en seguir una vida normal, en repetir las tareas cotidianas para distraer y confundir al enemigo. ¿Cuántos asuntos de los que ahora salen a la luz gracias a Wikileaks tienen una importancia mayor de lo que aparece? ¿Quién puede garantizar la seguridad de las personas en las embajadas y consulados cuyas actividades están hoy en día a la vista de todos?
No entro aquí en profundidad en el asunto del derecho de acceso a los papeles oficiales, pero creo que una lectura de este libro nos hace reflexionar sobre los límites de la libertada de acceso a la información y sobre la necesidad de proteger a las personas que luchan en la sombre para promover el bien sobre el mal. ... continuará...
En primer lugar Patricia Martínez ha escrito un libre de homenaje a sus padres: a su padre por su cariño, su generosidad y entrega a su labor de médico, aparte del tema principal del libro, su tremendo valor y coraje durante los años 1940 a 1945; y a su madre por su constancia y el apoyo que prestó a su marido en momentos tan difíciles que ella se convierte en protagonista, no es simplemente la acompañante del actor principal.
En segundo lugar, este libro contribuye a los conocimientos de una época triste en la historia de España. Precisamente ahora, cuando la memoria histórica tienda a pintar a las personas y los partidos en blanco y negro, es más necesario que nunca recordarnos que la maldad se manifiesta en ciertas personas de todas las creencias y colores políticos. A la vez, el libro proporciona una interesantísima reflexión sobre la relación entre el gobierno español y los representantes de Alemania y de Gran Bretaña en los años de la posguerra.
En tercer lugar, la autora ha conseguido contar su historia con los mejores elementos de suspense de una novela de detectives de Agatha Christie. Empezando con el sorprendente descubrimiento de un diario de su padre, avanzando lentamente gracias a largas conversaciones con su madre para terminar, o así parecía, en un callejón sin salida en los registros del gobierno británico el enterarse que los documentos que necesitaba consultar seguían bajo la clasificación de secreto. Gracias a la ley de 2005 que da derecho a los ciudadanos a la información previamente clasificada, la autora pudo, por fin, contrastar la memoria de sus padres y los frutos de sus investigaciones en mil lugares con los documentos oficiales británicos.
Por último, este libro da pie a pensar en un asunto de gran interés en este siglo XXI: la importancia de poder guardar un secreto. El hermetismo de todos los protagonismos en la labor de rescatar a los refugiados fue inflexible, incluso con sus seres más queridos, y el secretismo absoluto fue la mejor garantía de la continuidad del proyecto y de la seguridad de los colaboradores. En gran parte, la tapadera consistía en seguir una vida normal, en repetir las tareas cotidianas para distraer y confundir al enemigo. ¿Cuántos asuntos de los que ahora salen a la luz gracias a Wikileaks tienen una importancia mayor de lo que aparece? ¿Quién puede garantizar la seguridad de las personas en las embajadas y consulados cuyas actividades están hoy en día a la vista de todos?
No entro aquí en profundidad en el asunto del derecho de acceso a los papeles oficiales, pero creo que una lectura de este libro nos hace reflexionar sobre los límites de la libertada de acceso a la información y sobre la necesidad de proteger a las personas que luchan en la sombre para promover el bien sobre el mal. ... continuará...
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